El nuevo
estudio, publicado en la revista Science, es el primer ensayo riguroso acerca del
efecto del olor en la memoria humana durante el sueño. Los resultados, ayudan a
los estudiantes a memorizar los exámenes, esclarecen la panorámica sobre qué
hace el cerebro dormido con el material aprendido recientemente, y ayudan a
comprender qué hace falta para que este proceso se efectúe con éxito.
En la investigación, neurocientíficos de dos instituciones alemanas (la
Universidad de Lübeck y el Centro Médico de la Universidad de
Hamburgo-Eppendorf), hicieron que grupos de estudiantes jugaran con una versión
de concentración, memorizando la situación de parejas de cartas en un
ordenador. Mientras aprendían la localización de cada pareja, los estudiantes
recibían un soplo de aroma de rosas en la nariz a través de las mascarillas que
llevaban puestas. Los investigadores suministraron la fragancia en soplos
porque el cerebro se adapta con rapidez a los olores fuertes del ambiente y
empieza a dejar de percibirlos.
Se cree que, durante el sueño profundo, el cerebro asimila con más
eficacia los datos, las cifras y las localizaciones aprendidas recientemente.
Este estado de reposo normalmente se produce durante los primeros 20 minutos de
sueño, y puede durar una hora o más y reaparecer en una o más ocasiones a lo
largo de la noche. Los investigadores emitieron ráfagas de olor a rosas durante
esta fase de onda lenta; el olor no interrumpía el sueño, y los estudiantes no lo
recordaban.
Pero su cerebro sí, y retenía un recuerdo casi perfecto de la
localización de las cartas. La media de puntuación de los estudiantes fue del
97% en el juego de cartas, frente al 86% obtenido cuando dormían sin recibir el
perfume de las hadas neurocientíficas nocturnas.